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CU2 cumple un año entre festejos, denuncias y promesas rotas

  • Foto del escritor: Andrea Ortiz Montes de Oca
    Andrea Ortiz Montes de Oca
  • 15 ago
  • 3 Min. de lectura

El pasado 14 de agosto se cumplió el primer año de operaciones del campus CU2 de la BUAP, ubicado en Valsequillo. Mientras autoridades universitarias celebraban con discursos y colocación de la primera piedra para su segunda etapa, estudiantes se manifestaron para exigir que antes de festejar, se atiendan las demandas que llevan meses sin resolverse.


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Desde el paro estudiantil de 2025, alumnos de CU2 han documentado con evidencias las condiciones precarias en las que estudian: salones sin terminar, inundaciones constantes, rutas de transporte universitario (STU) que no operan, caminos de terracería, falta de agua, equipo de cómputo y materiales de laboratorio. Cuando los salones se inundan, se les indica que tomen clase en pasillos o palapas improvisadas. Además, denuncian que hay personas trabajando en obra dentro del campus, poniendo en riesgo la seguridad de los estudiantes.

 

En marzo de este año, desde Contramáscaras publicamos un reportaje que confirmó estas denuncias, evidenciando que CU2 opera en condiciones que vulneran el derecho a la educación digna.

Durante la inauguración de la segunda etapa, estudiantes realizaron una movilización pacífica para ejercer su derecho a la libre expresión. Acusan que fueron agredidos con empujones y gritos, y que hubo presencia de alumnos acarreados. También señalan que los acuerdos derivados del paro BUAP 2025 no se han cumplido en su totalidad.

 

¿Cómo se obtuvo el predio de CU2?

La sede fue construida en el Ecocampus Valsequillo, con una inversión inicial de 1,200 millones de pesos. El proyecto fue impulsado por el gobernador Sergio Salomón Céspedes y la rectora Lilia Cedillo, con apoyo de la Secretaría de Medio Ambiente y el Ayuntamiento de Puebla, que condonó impuestos para facilitar la obra en tiempo récord. Aunque se presume que hubo irregularidades en la adquisición del terreno, por ahora no hay evidencia pública que confirme actos de corrupción.

 

Elecciones internas en puerta

La BUAP se prepara para iniciar sus campañas internas rumbo a la elección de rector. Aunque la fecha oficial aún no ha sido publicada en el calendario institucional, se espera que Lilia Cedillo busque la reelección. Su gestión ha estado marcada por escándalos, señalamientos de corrupción, dos paros estudiantiles y promesas incumplidas. Cabe recordar que exrectores como Enrique Doger y Enrique Agüera fundaron sus propias universidades privadas tras dejar el cargo, lo que ha generado cuestionamientos sobre el uso de recursos públicos y el vínculo entre la universidad y los gobiernos en turno.

 

¿Y el comedor universitario?

Una de las demandas más urgentes de la comunidad estudiantil es la creación de un comedor universitario. Lilia Cedillo prometió este proyecto desde octubre de 2022, y en enero de 2025 anunció que tendría capacidad para 500 personas, precios accesibles y participación de facultades como Nutrición y Gastronomía. Sin embargo, hasta la fecha no se ha concretado, pese a las mesas de trabajo tras el paro 2025.

 

El derecho a la alimentación en la universidad

El artículo 4º constitucional reconoce el derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. Además, la Ley General de Educación Superior establece que las instituciones deben garantizar condiciones que favorezcan el bienestar integral del estudiante. Países como Argentina, Francia y Austria cuentan con comedores universitarios gratuitos o con pagos simbólicos, como parte de su política educativa.

 

¿Educación para quién?

CU2 fue presentado como un “ecocampus de vanguardia”, pero su ubicación alejada, la falta de infraestructura básica y el incumplimiento de acuerdos revelan una contradicción profunda: mientras se invierte en imagen institucional, se descuida la dignidad estudiantil.

 

¿Puede una universidad llamarse pública si no garantiza condiciones mínimas para estudiar, alimentarse y expresarse libremente?

 

La comunidad estudiantil exige respuestas. No más discursos. No más simulación.

 

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