Cuidar sin romperse: el derecho que sostiene la vida
- Colectiva por el Derecho al Cuidado y una Vida Libre de Violencia

- 29 oct
- 3 Min. de lectura
Por: Colectiva Mujeres por el Derecho al Cuidado y Una Vida Libre de Violencia
Gabriela Rosas Salas
Marichel Rodríguez Castro

Este 29 de octubre, el mundo conmemora por tercera vez el Día Internacional del Cuidado y el Apoyo, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2023. La fecha reconoce que cuidar es sostener la vida, pero también revela una paradoja: quienes cuidan, siguen sin ser cuidadas ni tener garantizados todos sus derechos, mientras asumen costos y afectaciones en su vida y salud, debido a la sobrecarga del cuidado.
En América Latina, el cuidado ha sido históricamente invisibilizado, feminizado y no remunerado. El 70% de las personas cuidadoras son mujeres y según datos de CEPAL, dedican entre 11 y 29.5 horas por semana más que los hombres al trabajo de cuidados no remunerados, trabajos que no figuran en presupuestos y raramente lo hacen en políticas públicas. Aunque este año, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dio un paso histórico en su Opinión Consultiva 31/25, al reconocer el derecho al cuidado como un derecho humano autónomo, interrelacionado con la dignidad, la igualdad y la protección social, la realidad de quienes cuidan aun no refleja avances en las condiciones bajo las cuales lo hacen.
Este reconocimiento se alinea con el Compromiso de Buenos Aires, aprobado en la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, donde los Estados, incluido México, acordaron avanzar hacia una Sociedad del Cuidado como horizonte transformador cuya agenda promueve sistemas integrales de cuidados con enfoque interseccional, territorial y comunitario, aún pendientes de instalarse e institucionalizarse en gran parte del territorio mexicano.
El reconocimiento del Derecho al Cuidado como un Derecho Humano es una conquista que no nació en los pasillos institucionales. Fue la lucha feminista la que puso el cuidado en el centro de la agenda política. Desde los años 70, las feministas denunciaron que "lo personal es político" y que el trabajo doméstico no remunerado era una forma de explotación estructural, pues es el trabajo no remunerado de quienes cuidan el que mantiene funcionando a la economía. En México, colectivas, académicas y defensoras han sostenido esta agenda desde los territorios, articulando demandas de justicia, corresponsabilidad y reconocimiento.
Hoy los cuidados figuran en los discursos, las campañas, las promesas, algunos planes... sin embargo, son muchos los pendientes en la agenda de cuidados. Por mencionar solo algunos, la salud mental de las mujeres cuidadoras sigue sin ser atendida como parte del derecho al cuidado: el agotamiento, la culpa y el aislamiento son síntomas de un sistema que exige sin sostener.

Otra deuda es el acceso a la justicia que reconozca la doble y triple carga pues el sistema está limitada para quienes cuidan: las mujeres que enfrentan violencia en razón de género muchas veces no pueden denunciar o dar continuidad a sus procesos, porque la sobrecarga de cuidados las absorbe, dejando en estado de vulneración tanto a ellas, como a quien depende de sus cuidados.
El vínculo entre cuidados y violencia es profundo, sin embargo, es un tema poco tratado: muchas mujeres cuidan en contextos de abuso, sin redes ni protección y otras son violentadas por exigir que se reconozca su labor.
"Es una prioridad hablar de este tema, porque somos muchas soportando y resistiendo en silencio... podemos llegar a creer que solo a nosotras nos pasa. Cuidarnos entre nosotras, también es necesario para cuidar de quienes dependen de nosotras de una manera intensiva 24/7. Hay un sinfin de pendientes, pero desafortunadamente no vemos soluciones", Marichel, madre cuidadora no remunerada
Cuidadoras de adultos mayores, siendo ellas mismas adultas mayores que requieren cuidados; cuidadoras de adolescentes con discapacidad, enfrentando consecuencias en su propia salud; cuidadoras de niñas y niños, resistiendo los embates de la violencia; cuidadoras migrantes y/o en entorno rurales bajo condiciones precarias de discriminación y marginación, y un sinfín de historias más sosteniendo vidas todos los dias... pero, ¿quién las sostiene a ellas?
Este 29 de octubre no basta con agradecer. Es momento de exigir un ordenamiento jurídico, presupuestos, sistemas integrales y políticas que reconozcan y garanticen el derecho al cuidado como pilar de la justicia social y el bienestar tantas veces prometido, pero tan lejano de ser realidad. Porque cuidar no debería rompernos. Debería sostenernos.








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