A 11 años de Ayotzinapa: impunidad, complicidad y vínculos internacionales
- Andrea Ortiz Montes de Oca
- 26 sept
- 3 Min. de lectura
Este 26 de septiembre se cumplen once años de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. El crimen, ocurrido entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, sigue sin resolverse, y se mantiene como una herida abierta en la memoria colectiva de México.

¿Qué ocurrió aquella noche?
Según investigaciones oficiales y reportajes independientes, entre ellos el libro Ayotzinapa: Mentira Histórica del periodista Témoris Grecko, los estudiantes fueron interceptados por policías municipales mientras se dirigían a Ciudad de México para participar en la marcha conmemorativa del 2 de octubre. Lo que siguió fue una operación coordinada entre fuerzas municipales, estatales, federales y el Ejército, en complicidad con grupos del crimen organizado.
Grecko señala que el caso Ayotzinapa no fue un hecho aislado, sino parte de una red más amplia de intereses vinculados al tráfico de drogas, lavado de dinero y control territorial. En su investigación, el periodista describe cómo el llamado “Pentágono de la Amapola” —una zona clave en la producción de enervantes— conecta Guerrero con rutas internacionales, incluyendo Estados Unidos y centros financieros globales.
¿Los camiones tenían droga?
Una de las líneas de investigación más sensibles —y que fue minimizada en la llamada “verdad histórica”— es la posibilidad de que uno de los autobuses que los estudiantes tomaron estuviera vinculado al tráfico de drogas. El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y periodistas como Grecko han señalado que el quinto autobús, que fue omitido en la versión oficial, podría haber estado transportando heroína hacia Estados Unidos como parte de una ruta del cártel Guerreros Unidos.
Témoris Grecko ha explicado que este posible vínculo con el narcotráfico no implica que los estudiantes supieran lo que transportaban. Ellos tomaban autobuses como parte de una práctica común para movilizarse a eventos políticos y sociales. El hecho de que hayan tomado —sin saberlo— un vehículo que formaba parte de una operación criminal podría haber desencadenado la violenta reacción de los grupos involucrados, incluyendo autoridades coludidas.
Además de los 43 estudiantes desaparecidos, esa noche murieron seis personas, entre ellas tres estudiantes, un futbolista del equipo Avispones de Chilpancingo, el chofer del autobús y una mujer que transitaba por la zona. También se reportó que uno de los estudiantes quedó en estado vegetativo tras recibir un disparo en la cabeza.
¿Qué papel juega Israel?
Uno de los personajes clave en el encubrimiento del caso es Tomás Zerón de Lucio, exdirector de la Agencia de Investigación Criminal, señalado por manipular pruebas y torturar testigos para sostener la llamada “verdad histórica”. Actualmente, Zerón se encuentra refugiado en Israel, país que ha retrasado su extradición a México pese a las solicitudes formales del gobierno mexicano.
Aunque no hay evidencia directa de que el Estado de Israel haya proporcionado armamento para la desaparición de los estudiantes, sí se ha documentado que México ha adquirido tecnología de espionaje y vigilancia a empresas israelíes, como NSO Group, creadora del software Pegasus. Este tipo de tecnología ha sido utilizada para vigilar a periodistas, activistas y defensores de derechos humanos, lo que ha generado preocupación sobre su posible uso en casos como Ayotzinapa.
Once años sin justicia
Las familias de los normalistas, junto con colectivos y organizaciones civiles, marcharon este 26 de septiembre para exigir justicia y la extradición de los responsables
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, se escuchó una vez más en las calles, recordando que la lucha por la verdad y la justicia sigue vigente.
Fuentes consultadas:
Témoris Grecko, Ayotzinapa: Mentira Histórica
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